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REGRESA EL HORARIO DE INVIERNO A LA CAPILLA
Una vez pasado el cambio de hora, la Capilla de Nuestra Señora del Rosario retorna a su habitual horario de invierno.
¿Para qué no soñar?
En noche tormentosa, de gran cantidad de agua y mucho aparato eléctrico, nada que ver con el clima semiveraniego que disfrutamos hoy, se produjo uno de los momentos históricos más tristes del siglo XX en cuanto a nuestras cofradías se refiere. Ninguno de los fieles hermanos de aquella humilde, sacrificada y silenciosa Hermandad de las Aguas podía figurarse lo que el destino les deparaba. Los truenos resonaban en son de presagio que bien podía parecerse al de aquel primer Jueves Santo. Los rayos iluminaban con intermitencia ambas Cavas.
En ese territorio añejo y pretérito había una construcción que se asomaba con descaro y chulería a ambos lados de aquella Triana desde donde surgía la linde entre civiles y gitanos. La Iglesia de San Jacinto era un lugar sólido, robusto e impenetrable entre tejados alfareros y sencillos patios de vecinos donde los arriates tragaban a borbotones lo que el cielo les enviaba. En el interior del Templo dormitaban cuatro sentires trianeros traídos por los siglos en forma de devociones. Cuatro emociones trabajadas en los corazones de las gentes de un barrio barrio. Cuatro flores que hoy perfuman desde la calle San Jacinto (muy cerquita donde antaño), desde la Calle Pureza, desde la Calle Evangelista y desde la Calle Dos de Mayo (más cerca de Triana, imposible).