JUBILEO CIRCULAR DE LAS 40H AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

"Para que Jesús sea el centro de nuestra vida, es necesario ponernos en su presencia ante el Sagrario".
Papa Francisco
 
Hermanos y Hermanas de Las Aguas. Quiero nuevamente aprovechar nuestra página web para recordaros a cada uno/a de vosotros/as, en nombre de la Junta de Gobierno, el Jubileo de Adoración del Santísimo Sacramento, que corresponde a nuestra Hermandad los días 7, 8 y 9 de enero con el siguiente horario: de 10:45 a 13:30 hs. y de 17:00 a 20:30 hs. D. Adolfo Petit Caro, nuestro párroco y director espiritual de nuestra Hermandad, hará la exposición y reserva del Santísimo.
 
En la capilla existe un cuadrante para quien desee apuntarse a una hora determinada que le convenga, por la mañana o por la tarde.
 
 
Permítanme un comentario a esta celebración especial.
 
¿Qué significado puede tener este tiempo de oración y adoración al Santísimo Sacramento para nuestro bien y el bien de nuestra Hermandad? Os invito a detenernos un momento para reflexionar juntos.
 
Estamos finalizando este tiempo santo de la Navidad. ¿Cómo lo hemos vivido? Envueltos de noticias alusivas en los medios de comunicación y rodeados de la recreación luminosa de nuestras calles que nos reclamaron con mucha anticipación a la fiesta y al consumo y que, como un eco, se ha reflejado asimismo en nuestros hogares, con los adornos y alimentos propios de estos días que modifican nuestro ambiente familiar, haciéndolo más intenso y cordial y lleno de paz y grata comunicación.
 
En este marco en que nos implicamos por inercia cada año apenas sin darnos cuenta, tenemos que preguntarnos y detenernos a meditar en el porqué de todo ello. Se diga lo que se diga, para nosotros, por tradición o por costumbre, lo único que le da sentido a todo este barullo exterior y sentimental que se forma en torno a la Navidad, nace del acontecimiento que celebramos los cristianos: El nacimiento de Jesús en Belén, la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María. Navidad es el abrazo de Dios a la humanidad, que nos dona a su Hijo amado que ha querido compartir con nosotros nuestro ser y nuestro diario vivir, para darnos a conocer, a través de su ternura y cariño humanos, la riqueza de su Vida íntima. Una y otra vez la Liturgia nos permite revivir y actualizar en nosotros y entre nosotros que Jesús vino hecho hombre para convidarnos a participar, con él y en él, de su misma Vida, y de este modo llegar a experimentar que Dios nunca dejará de amarnos. Y Jesús vino a nosotros, haciéndose hombre, para quedarse: "Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14) "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).
 
Si esto es así, Navidad no termina el 6 de enero con la Epifanía de Señor. Navidad es sólo el comienzo. Jesús, como nos dice el papa Francisco, vino para ser el centro de nuestra vida, para poder vivirlo a él en el centro de nuestro ser y de nuestro corazón y, desde ahí, identificados con él, continuar nosotros su presencia y su obra en el mundo. Le necesitamos constantemente con nosotros, dentro de nosotros. Con este fin, al final de su vida, nació la Eucaristía como el gesto querido por Jesús mismo y, en ella, nos dejó su Vida y su Presencia permanente: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la Vida en él (...). Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él" (Jn 6,54-56). En la Eucaristía nos encontramos con él, con su presencia personal real y constante, la misma que, en la Encarnación, asumió nuestra naturaleza y vida humanas. Es Jesús mismo a quien reconocemos y adoramos agradecidos en la Eucaristía y nos acercamos a Él con plena confianza y cariño: "El que tenga sed que venga a mí y beba..." (Jn 7,37) "Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre" (Jn 6,51). Releamos ahora en nuestro corazón, despacio, las palabras del papa Francisco al comienzo de esta reflexión. Es necesario que cada hermano/na se ponga, íntima y personalmente, en la presencia de Jesús ante el Sagrario, para abrirnos a él y escucharlo en el silencio de nuestro interior, dejándole hacer su obra en nosotros: "Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20).
 
Y pensando serenamente, creo que nuestra Hermandad tiene el privilegio de tener el Jubileo los días 7, 8 y 9 a continuación de "Las Navidades" para que, después de celebrar su Encarnación, nos quedemos unos días con Jesús vivo, adorándolo y escuchándolo en silencio con agradecimiento por su entrega y amor.
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