5ª Reflexión "EN VOZ ALTA"

"Todos los fieles, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre".

(C. Vaticano II. Lumen Gentium 40 y 42)

TITULO SEGUNDO

DE LA ESPIRITUALIDAD DE LA HERMANDAD

Continúo con la reflexión que me propuse acerca de las Reglas, dentro del Programa de Formación. Hasta ahora me he ceñido a comentar los Fines de la Hermandad, que son como el horizonte que nos configura como Hermandad de Las Aguas y tienen la virtud de atraernos a todos hacia la forma de ser que nos corresponde vivir. Ahora, con la ayuda de Dios, me propongo abordar el meollo de mi propuesta formativa: La Espiritualidad de nuestra Hermandad. He elaborado una breve nota sobre el significado de "Espiritualidad" que nos sirva de guía a todas las reglas que contiene este Título Segundo de nuestras Reglas.

* Nota sobre "Espiritualidad". Tomado etimológicamente de la RAE, viene de "Naturaleza y condición de lo que es espiritual". Esto hace referencia a lo interior e íntimo que conforma nuestra visión de la vida y que actúa como motor del propio comportamiento. Y referido al título segundo de nuestras reglas, viene a significar, mejor: "Ese conjunto de creencias y actitudes que caracterizan la vida espiritual de una persona o de un grupo de ellas". Sin perder de vista el primer significado, que asumimos, aquí ya se hace referencia al "espíritu" que, en torno a nuestros Titulares, configura nuestro sentir común de Hermandad de las Aguas. La espiritualidad es, pues, esa predisposición o actitud básica que debe conformarnos a todos los hermanos, desde dentro de nosotros, y que, aceptada y vivida con seriedad y empeño, hará posible la verdad de nuestra fraternidad y el verdadero sentido de nuestras expresiones y manifestaciones cultuales y religiosas. No tenemos que olvidar que somos una "asociación de fieles cristianos", es decir, una realidad eclesial, una Comunidad Cristiana.

REGLA 7ª
Los hermanos han de sentirse, ante todo, personas que han aceptado consciente y libremente la fe cristiana y que mediante el Bautismo han sido incorporados a Cristo y son miembros vivos de su Cuerpo, que es la Iglesia; siendo partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo.

Esta regla 7ª pone en pie, desde el primer momento, nuestra identidad cristiana. Para ser hermano de Las Aguas hay que confesar explícitamente a Jesucristo como nuestro Dios y Señor. Por nuestro Bautismo hemos sido incorporados, revestidos, arraigados e injertados, (todas ellas expresiones de San Pablo) en Cristo. Es el sacramento que nos abre a la Vida de Dios en nosotros. Por eso, el primer documento que se nos pide para ser hermano es el acta de bautismo, como prueba de nuestro nuevo nacimiento. Pero es importante leer nuestra regla con mucha atención en todas sus palabras. A continuación dice: "...y (por el bautismo) son miembros vivos de su Cuerpo, que es la Iglesia". Subrayo "vivos" porque no basta únicamente el papel que lo testifica. Nuestra regla dice: "Los hermanos han de sentirse ante todo, personas que han aceptado consciente y libremente a Cristo". La fe no es algo que se supone –porque estamos bautizados e hicimos la primera comunión, o fuimos a un colegio religioso, o porque mi familia lo es, o porque pertenezco a una sociedad que la profesa, o incluso porque salgo en esta y otras cofradías de nazareno todos los años... La fe, tiene que ser una opción personal consciente y libre, para ser "miembros vivos". La fe tiene que pasar claramente a través de nosotros, como una experiencia única, implicando todo nuestro ser personal. No es sólo un sentimiento, ni una idea, ni una doctrina, ni un pronto que tenemos...Por eso la palabra escogida por nuestra regla es tan valiosa: los hermanos han de "sentirse", han de experimentar su fe, han de saborearla. La fe es una experiencia vital que se siente, en la que constatamos vivir una relación real y personal con Dios en y a través de Jesús. Dios para nosotros cristianos es Alguien –así, con mayúscula- con quien establecemos un encuentro personal y dialogante.

Hoy más que nunca nos urge revitalizar nuestro ser cristiano dentro de la Hermandad; sintiendo, experimentando, comprobando y viviendo, con sencillez y espontaneidad, nuestra unión con Jesucristo. Pues es precisamente la experiencia real de nuestra fe, en la oración, en la Eucaristía, en nuestras celebraciones cultuales, en el compartir con los hermanos, en abrirnos a las necesidades de los que sufren... lo que le da calidad a nuestra pertenencia a la Hermandad de Las Aguas y por ello sabernos, de corazón, miembros vivos en la Iglesia.

Al final, esta regla hace una bella y acertada aclaración sobre nuestra participación en la Misión de Jesús como Sacerdote, como Profeta y como Rey: Nos ofrecemos con él (Sacerdote), que es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia, en adoración al Padre y en oración y súplica por todos los hombres; Nos comprometemos con él, (Profeta) en su tarea evangelizadora, con el anuncio de la Buena Nueva, a tiempo y a destiempo; Nos transformamos con él, (Rey) en verdaderos servidores de nuestros hermanos...

Es así como, configurados con Cristo, viviéndonos en él, hacemos posible que lo que es una realidad y una vivencia en nuestro interior y compartido con el hermanos, aflore hacia fuera y se exprese plenamente en las múltiples tareas y servicios dentro de la Hermandad y en nuestro entorno familiar y social.

Javier Bermúdez Aquino
Consiliario de Formación

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